Un autre texte critique:
Quebec... forjando un país
La historia canadiense y quebequense, cargada de malentendidos y discusiones estériles, de fracasos repetidos en las tentativas de reintegración de Quebec en el seno de la federación, ha demostrado cuan distintas e irreconciliables son las visiones que tienen las diversas partes de Canadá sobre el porvenir del conjunto federativo canadiense. La reciente Declaración de Calgary constituye una prueba más de la brecha que separa Quebec del resto de Canadá.
Gran número de quebequenses han llegado por consiguiente a la misma conclusión : sólo la soberanía de Quebec les permitirá realizar sus aspiraciones legítimas. El pueblo quebequense desea tener en sus manos todos los poderes para estar en condiciones de elegir sus orientaciones económicas, sociales y culturales. La protección de la lengua francesa constituye una prioridad para Quebec.
La evolución del movimiento soberanista hace más reales estas aspiraciones. Entre el referéndum de 1980 y el de 1995, la opción soberanista no ha cesado de ganar terreno, arraigándose cada vez más en la conciencia colectiva de Quebec.
El proyecto soberanista no es portador de resentimiento hacia Canadá. Al contrario, constituye, para la población quebequense, una acción mancomunadora y portadora de nuevas vías de desarrollo. La soberanía es una respuesta global al anhelo del pueblo quebequense de ser dueño de su porvenir.
Componente importante del proyecto soberanista, el ofrecimiento de una alianza económica y de una unión monetaria, que Quebec propondrá a Canadá después de su ascensión a la soberanía, atestigua de manera elocuente la voluntad sincera que tiene Quebec de conservar lazos privilegiados con Canadá, teniendo al mismo tiempo la posibilidad de establecer sus propias prioridades, acciones e intervenciones en todos los ámbitos.
Los quebequenses serán proximamente convocados a tomar una decisión crucial sobre el futuro de este proyecto, con motivo de las elecciones que se efectuarán próximamente en Quebec. Un segundo mandato para el Parti Québécois llevará a un nuevo referéndum sobre la soberanía de Quebec, según las reglas democráticas establecidas.
Como en los dos anteriores, el referéndum sobre la soberanía de Quebec se regirá por un procedimiento democrático claro, definido por la Asamblea Nacional de Quebec. El pueblo quebequense ha demostrado repetidamente su respeto hacia la democracia y está resuelto a continuar por esa vía.
El pueblo de Quebec tiene todas las razones para regocijarse de la llegada del nuevo siglo, siendo éste una ocasión única para manifestar su voluntad de aspirar a nuevos horizontes y de decir SÍ a la creación de su país.
La soberanía de Quebec se efectuará en un espíritu pacífico y democrático. La comunidad internacional puede sentirse tranquila, un Quebec soberano será un socio responsable. Sus principios fundamentales, la democracia y la justicia, seguirán dictando sus acciones.
Estado soberano, Quebec seguirá manteniendo sus puertas al mundo tan abiertas como las tiene actualmente, y podrá al fin tratar a sus socios, tanto canadienses como extranjerso, de igual a igual, y ultimar, en función de sus necesidades, los acuerdos que juzgará provechosos.
La soberanía de Quebec permitirá que los quebequenses se desarrollen plenamente como pueblo, que sean al fin dueños de su destino y protagonistas de pleno derecho en el seno de la comunidad internacional.
En el correr de los años, númerosos han sido los obstáculos y los retos. Dotado de instrumentos propios, el pueblo quebequense no teme asumir su destino, y confiando en sus medios, está listo para entrar por la puerta principal, la de la democracia, en el concierto de las naciones.
http://www.rocler.qc.ca/turp/esp/forjando/forjando.htm
Quebec... forjando un país
La historia canadiense y quebequense, cargada de malentendidos y discusiones estériles, de fracasos repetidos en las tentativas de reintegración de Quebec en el seno de la federación, ha demostrado cuan distintas e irreconciliables son las visiones que tienen las diversas partes de Canadá sobre el porvenir del conjunto federativo canadiense. La reciente Declaración de Calgary constituye una prueba más de la brecha que separa Quebec del resto de Canadá.
Gran número de quebequenses han llegado por consiguiente a la misma conclusión : sólo la soberanía de Quebec les permitirá realizar sus aspiraciones legítimas. El pueblo quebequense desea tener en sus manos todos los poderes para estar en condiciones de elegir sus orientaciones económicas, sociales y culturales. La protección de la lengua francesa constituye una prioridad para Quebec.
La evolución del movimiento soberanista hace más reales estas aspiraciones. Entre el referéndum de 1980 y el de 1995, la opción soberanista no ha cesado de ganar terreno, arraigándose cada vez más en la conciencia colectiva de Quebec.
El proyecto soberanista no es portador de resentimiento hacia Canadá. Al contrario, constituye, para la población quebequense, una acción mancomunadora y portadora de nuevas vías de desarrollo. La soberanía es una respuesta global al anhelo del pueblo quebequense de ser dueño de su porvenir.
Componente importante del proyecto soberanista, el ofrecimiento de una alianza económica y de una unión monetaria, que Quebec propondrá a Canadá después de su ascensión a la soberanía, atestigua de manera elocuente la voluntad sincera que tiene Quebec de conservar lazos privilegiados con Canadá, teniendo al mismo tiempo la posibilidad de establecer sus propias prioridades, acciones e intervenciones en todos los ámbitos.
Los quebequenses serán proximamente convocados a tomar una decisión crucial sobre el futuro de este proyecto, con motivo de las elecciones que se efectuarán próximamente en Quebec. Un segundo mandato para el Parti Québécois llevará a un nuevo referéndum sobre la soberanía de Quebec, según las reglas democráticas establecidas.
Como en los dos anteriores, el referéndum sobre la soberanía de Quebec se regirá por un procedimiento democrático claro, definido por la Asamblea Nacional de Quebec. El pueblo quebequense ha demostrado repetidamente su respeto hacia la democracia y está resuelto a continuar por esa vía.
El pueblo de Quebec tiene todas las razones para regocijarse de la llegada del nuevo siglo, siendo éste una ocasión única para manifestar su voluntad de aspirar a nuevos horizontes y de decir SÍ a la creación de su país.
La soberanía de Quebec se efectuará en un espíritu pacífico y democrático. La comunidad internacional puede sentirse tranquila, un Quebec soberano será un socio responsable. Sus principios fundamentales, la democracia y la justicia, seguirán dictando sus acciones.
Estado soberano, Quebec seguirá manteniendo sus puertas al mundo tan abiertas como las tiene actualmente, y podrá al fin tratar a sus socios, tanto canadienses como extranjerso, de igual a igual, y ultimar, en función de sus necesidades, los acuerdos que juzgará provechosos.
La soberanía de Quebec permitirá que los quebequenses se desarrollen plenamente como pueblo, que sean al fin dueños de su destino y protagonistas de pleno derecho en el seno de la comunidad internacional.
En el correr de los años, númerosos han sido los obstáculos y los retos. Dotado de instrumentos propios, el pueblo quebequense no teme asumir su destino, y confiando en sus medios, está listo para entrar por la puerta principal, la de la democracia, en el concierto de las naciones.
http://www.rocler.qc.ca/turp/esp/forjando/forjando.htm